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Región de Atacama

Expirquinera de Inca de Oro educa a niños para la vida

Durante años Karen Campillay dedicó sus días a trabajar moliendo rocas y piedras en un trapiche. Hoy, gracias a su resiliencia, brinda aprendizajes de calidad a través del juego a párvulos en un jardín infantil
Por : | 28 Diciembre 2018
Expirquinera de Inca de Oro educa a niños para la vida

Triturar el mineral una y otra vez para en un afortunado encuentro hallar oro, fue la labor artesanal que durante años llevó a cabo como pirquinera Karen Campillay, quien debido a su perseverancia y empeño hoy educa para la vida a los niños y niñas de la localidad de Inca de Oro. Es en el jardín infantil Pinocho donde la trabajadora se desempeña actualmente como agente educativa, cargo que le permite entregar aprendizajes a un grupo heterogéneo de párvulos, a través de la valoración y respeto constante por la idiosincrasia e historia de un pueblo detenido en el tiempo.

Porque el objetivo sigue siendo explotar la riqueza del territorio, pero esta vez descubriendo una veta mediante el enfoque de niños y niños como agentes de cambio y transformación social, sin distinción de contexto ni condición.

“Es mágico trabajar con niños y niñas. Por su autenticidad, espontaneidad, carisma y energía. Están en la mejor etapa de su vida, donde adquieren conocimientos y los aceptan de la mejor manera”, comenta respecto a su quehacer Karen Campillay.

Haciendo historia
Hace más de una década, en el año 2006, Karen Campillay comenzó a escribir su historia como pirquinera, quehacer que ejercen cientos de mujeres, minoritariamente, y hombres en distintos rincones de la región sin una condición ni remuneración formal. En particular, la trabajadora se dedicó a la pequeña minería debido a que durante su enseñanza media tuvo la posibilidad de formarse en esta área, además, por el hecho de haber vivido toda su vida en Inca de Oro conocía en profundidad la labor a que la que dedica gran parte de la población de la localidad.

De esta etapa, la agente educativa destaca que le permitió “conocer la vida de personas que trabajaban en el mismo oficio, con sacrificio y esmero, esperando su recompensa después de largas jornadas”. Donde no siempre había un resultado satisfactorio de la dura tarea que realizaban en las alturas de Atacama porque, según explica Campillay, “varias veces el mineral no era de buena calidad y no se sacaba oro, como se dice vulgarmente se apanteonaba, debiendo regresar a la mina para volver a extraer el mineral y comenzar el proceso nuevamente”.

Pero gracias a las vicisitudes en la explotación del mineral, hoy puede interiorizar con conocimiento a los niños y niñas sobre la historia local, donde muchos de sus padres y familia logran su sustento como pirquineros en Inca de Oro y sus alrededores. Porque, es preciso “comprender que el pequeño pirquinero hace un gran aporte a la cultura de nuestro país”, puntualiza Campillay.

Tras un par de años dedicada a la minería, Karen Campillay ingresó el 2012 como auxiliar de servicios al jardín infantil Pinocho, donde inició haciendo reemplazos, hasta que un año más tarde se presentó la oportunidad de desempeñarse como agente educativa en sala. Esto debido a que constantemente se capacitó y formó para educar, por la experiencia significativa y transcendencia que representó para sí misma trabajar con la primera infancia.

“Para mí es muy relevante cuando todos los días los niños y niñas de forma espontánea me abrazan, me incluyen en sus juegos, cuando a cada momento siento que soy parte de sus vidas. Observarlos que son felices en el jardín infantil es muy satisfactorio”, concluye la trabajadora Karen Campillay, quien está titulada como Técnico en Educación Parvularia.

Por los derechos de niños y niñas
Alrededor de cien kilómetros separan Inca de Oro, en la comuna de Diego de Almagro, de Copiapó; la localidad cuenta con un observatorio astronómico y puntos turísticos de interés. Pese a su cercanía geográfica con la capital regional, es un sitio que todavía atesora su pasado minero con las fachadas sencillas de casas aún habitadas por escasos pobladores.

Por tanto, el jardín Pinocho a través de su Sello Pedagógico dedicado a Niños y Niñas Promotores de sus Derechos, es una entidad primordial en la comunidad en general ya que propicia y fomenta el respeto y la importancia de la infancia en un amplio sentido.

Así lo asegura Lorena Ávalos, directora del establecimiento hace catorce años, quien declara que “trabajar en esta localidad es muy desafiante, ya que si bien contamos con pocos niños y niñas, apostamos a una educación de calidad. El jardín infantil es un gran aporte en la comunidad, nos validan y valoran mucho”. Asimismo, agrega la educadora, que “hace algunos años, de manera incipiente, nos comenzó a llamar la atención la temática de la promoción de derechos. Además, dada la particularidad de la localidad visualizamos que, por ejemplo, muchos niños de primero básico se van solos a la escuela, por lo que consideramos que había poca preocupación al respecto. Entonces, desde ahí quisimos que las familias conocieran y aprendieran los derechos de los niños y niñas. Y ahora en la comunidad nos reconocen a través de nuestro Sello Pedagógico y es en nuestra historia lo que nos mueve y destaca”.

Por otro lado, el jardín infantil también establece las bases formativas en la localidad por medio de la entrega de educación inicial, donde cuenta con un nivel heterogéneo para una cobertura de hasta 24 párvulos de diferentes edades a través de una presencia de 4 trabajadoras. Las funcionarias, por su parte, son quienes hacen propios los principios del establecimiento, a partir de la premisa común de “ser un pequeño aporte en la vida de los niños, para entregarles, junto a sus familias, valores, diversión y conocimiento en su primera etapa de desarrollo, preparándolos para el ingreso a la educación básica y formándolos como personas plenas y felices”, de acuerdo indica la trabajadora Karen Campillay.

Trabajadoras como agentes de cambio social
La historia de la ex pirquinera y actual agente educativa es un ejemplo de la valoración de los talentos y saberes de las trabajadoras en los jardines infantiles y salas cunas de Fundación Integra.

Esto porque, según explica Patricia Espinoza, directora regional , “creemos en las personas, ya que todos tienen un potencial para transformar el mundo y contribuir a la educación de niños y niñas”. Por lo anterior, “capacitamos constantemente a nuestros trabajadores porque consideramos fundamental que quienes están a diario con los niños y niñas deben estar preparados, para compartir sus habilidades y competencias, y así entregar una educación de calidad”.

Finalmente, cabe mencionar que en el caso particular de los jardines infantiles y salas cunas donde se trabaja con un nivel heterogéneo de párvulos, “los equipos han sido capacitados en Diseño Universal de Aprendizaje (DUA), lo que significa que la planificación educativa se enfoca en potenciar cada una de las habilidades que tienen los niños, por lo tanto, trabajar en un nivel heterogéneo no se transforma en una dificultad, sino todo lo contrario, en una fortaleza, donde cada uno aporta, tiene saberes y construye una educación para los niños y niñas”, concluyó Espinoza.

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