Trabajadoras de Integra acompañan a familias damnificadas por los incendios en Viña del Mar

Hace más de 20 años que Miriam Quiroz, Ana Fernández y Ana María Palacios trabajan juntas en el jardín “Puerto Aysén” de Integra en Viña del Mar, donde han forjado una linda amistad. Reconocen que su preocupación por los demás es parte de las características que las une. Es por eso que, en cuanto vieron que las llamas estaban consumiendo cientos de viviendas de su ciudad no dudaron en reunirse para buscar la forma de ayudar.

Con el apoyo de sus familias reunieron recursos y se pusieron manos a la obra. Fabricaron ellas mismas el pan, juntaron agua, compraron té, café, vasos, azúcar y endulzante, y el sábado 24 de diciembre a las 7:00 de la mañana partieron a la población Villa Rica, en el sector Tranque Sur, donde muchas familias perdieron sus hogares a causa del incendio. Ahí entregaron cien desayunos a personas damnificadas que estaban cuidando sus casas y también a voluntarios que, al igual que ellas, llegaron a brindar ayuda.

Respecto de cuál fue la motivación para acercarse a apoyar a las personas afectadas, Ana María -quien también conversó con la prensa sobre esta iniciativa- cuenta que “la idea es que las personas afectadas sientan el calor del hogar al tomarse un cafecito o té con pan calentito, para que se reconforten, que sientan amor también; les llevamos una palabra de aliento y queremos que sientan que no están solas”.

La trabajadora destaca que “el sello de nuestro jardín Puerto Aysén es la resiliencia, y nosotras precisamente entregamos a las personas frases resilientes para que puedan levantarse nuevamente, con fe y energía. Queremos transmitirles que las cosas materiales se recuperan con tiempo, lo más importante es estar vivo”.

Además de los desayunos, Ana, Miriam y Ana María repartieron 60 onces y se están preparando para continuar aportando, ya sea con alimentos o acompañamiento en el proceso de recuperación “porque es necesario seguir acompañando a la gente que lo perdió todo, sobre todo a quienes se están quedando en los sitios desocupados para cuidar su terreno. Ellos, por ejemplo, no tienen dónde calentar comida”, señala Miriam.

Finalmente, recalcan que “tenemos todas las ganas, buscamos hacernos el tiempo y, mientras los recursos lo permitan, nosotras continuaremos haciendo esta labor con las personas, porque realmente uno se da cuenta que la gente lo necesita y lo agradece”.