El jardín infantil que escucha el corazón de los niños y niñas

Cerca de 224 niños y niñas entre los tres meses y 4 años de edad son atendidos en este emblemático establecimiento ubicado en el sector de Santa Elvira de Copiapó, donde un equipo compuesto por 48 personas trabaja diariamente para entregar educación de calidad a los párvulos y lactantes.
Allí no sólo se enseña a los niños y niñas a conectarse con sus emociones, sino que también a respetar a sus pares y al medio ambiente a través de relaciones basadas en el amor y el respeto. Así lo explica la directora del establecimiento, Bernardita Guerrero, quien señala que “nuestra gran misión es lograr que los niños y niñas aprendan a expresar sus emociones y de esa forma resolver conflictos de forma pacífica, a través de un trabajo compartido con el equipo educativo, las familias y las redes que podamos tener en nuestro entorno”.
Esta forma de educar a los párvulos no sólo busca tener niños y niñas más felices, sino que también, tal como lo señala la directora del jardín infantil, “lo más importante dentro de los aprendizajes de los niños y niñas tiene que ver con climas de aula afectivos, donde los niños se sientan seguros, y donde comprendan que todo lo que expresan y desarrollan es algo que les va a servir para su vida futura”.
En esa línea es que el equipo educativo ha desarrollado el periodo “Escuchando mi corazón”, donde los niños y niñas tienen la oportunidad de escuchar, identificar, expresar y regular sus emociones. Para ello las educadoras y agentes educativas aplican técnicas y metodologías que favorecen este ejercicio.
“Para comenzar nosotros invitamos a los niños a hacer un ejercicio de respiración, de una forma muy lúdica, en este caso es de oler la flor y apagar la vela. Luego los invitamos a hacer un gran silencio, a poner las manitos en el corazón y escuchar la música. En ese momento, ellos logran conectarse con su corazón y es ahí donde le damos la oportunidad de expresar sus emociones y le entregamos una respuesta de contención y apoyo emocional, a través de un abrazo por ejemplo”, explica la educadora María Soledad Rico.