Mónica Manhey: “En educación parvularia participar es ser parte esencial del proceso”
Para Mónica Manhey Moreno -educadora de párvulos, doctora en Educación de la Universidad de Granada y magíster en Educación con mención en Educación Parvularia-, uno de los principales desafíos del nivel, es aprender a observar a las infancias y reflexionar en torno a las prácticas pedagógicas, un ejercicio que va de la mano con la empatía y la posibilidad de atender las diversas inquietudes y necesidades de niños y niñas, con el fin de que éstos se conviertan en verdaderos protagonistas de sus aprendizajes.
La participación y el protagonismo de niños y niñas, fueron parte de la ponencia y taller que la académica realizó en el marco del seminario Comparte Educación de Fundación Integra, en que participaron cerca de 150 trabajadoras y trabajadores de salas cuna, jardines infantiles y modalidades no convencionales provenientes de todo el país, realizado en Santiago los días 6, 7 y 8 de septiembre, temáticas que quisimos profundizar en esta entrevista.
– ¿Cuáles son las principales características que debe tener un equipo educativo para favorecer el aprendizaje de los niños y las niñas?
– Tiene que ser sensible ante las necesidades de los niños y niñas, debe empatizar con ellos. Es sumamente importante empatizar con las emociones y respetar lo que desean hacer.
También tiene que ser creativo, y no me refiero a la manualidad, sino a qué ofreciendo soluciones a problemas del día a día, de manera que los niños y niñas se sientan en este caso más protagonistas. También en el caso de las familias preguntarse cómo lo hago para que la familia participe más. Entonces, la creatividad tiene que estar presente para poder innovar.
– Durante su presentación en el seminario Comparte Educación, mencionó que hay que observar la infancia, ¿cómo debería ser este proceso?
– A mí me preocupa que a veces los tiempos, que son escasos, se utilicen para hacer más manualidades y regalitos, porque el imaginario social que hay detrás del ser educador de párvulos, es muy fuerte: qué tierna, qué creativa (por la manualidad que hace) y tenemos que eliminar esos estigmas. Por eso, creo que, ante su pregunta, observar a la infancia es realmente necesario, porque aprendemos de los niños y niñas. ¡Pero observarlos bien!
Porque si observas a un bebé que está caminando para un lado y tú lo llevas a otro lado, no ves que él tiene una inquietud, que él quiere saber y explorar. Si está interesantísimo en algo y abruptamente lo llevas a otro camino o a otra necesidad, adultocéntricamente hablando, eso es lamentable.
No se necesita más tiempo, el tiempo está, pero sin embargo tenemos que ver cuál es la prioridad: el niño o la niña o nuestra comodidad. Es más cómodo planificar algo y apriorísticamente, pensar cuál es el objetivo, la experiencia al inicio, desarrollo y cierre, y enfrentarse con los niños con un libreto. Por el contrario, es más incómodo, desafiante y difícil, observar a los niños y modificar lo que uno tiene planificado.
Por lo tanto, más que tiempo, necesito detenerme en lo que estoy haciendo y entender cuál es su relevancia, porque si queremos aumentar el vocabulario o mejorar la expresión u otro objetivo, eso se logra, muchas veces, con esas ideas que traen los niños de la casa, con esa fantasía, y no con temas planteados por los adultos que, a lo mejor, no los atrae.
– ¿A qué nos referimos con el protagonismo y la participación en la niñez?
– Hay que hacer una diferencia: una cosa es que tú asistas a una actividad o iniciativa, y eso es estar; y otra es participar, que es, por ejemplo, dar ideas, modificar en algo lo que estaba establecido. Pero ser protagónico, eso es el más importante. Uno podría decir, fueron protagonistas las personas que presentaron en Comparte y hablaron de sus experiencias, por ejemplo.
Los niños y niñas asisten a los jardines infantiles y participan. Pero hay diferentes niveles de participación y hay unos a los que llaman participación, pero que no lo es. Por ejemplo, cuando las educadoras dicen: “Ya niños, vamos a elegir: unos van a escuchar un cuento, otros van a cantar una canción y otros van a hacer rimas”. Todas las alternativas tienen que ver con el lenguaje, pero, además, está diseñado desde el adulto y los niños asisten a esas actividades, pero simplemente eligen y no participan verdaderamente, porque, reitero, participar es modificar.
Si uno quisiera desarrollar el lenguaje, podría preguntarle a los niños y niñas qué les gustaría hacer, y esto no quiere decir que nunca más planifico. Por ejemplo, me acuerdo que ayer alguien dijo que su mamá le compró un paraguas y otro dijo que lo trajera; entonces, podríamos conversar sobre cuál es el peligro de tener los paraguas abiertos en la sala o para qué sirven e, incluso, hacer rimas sobre el tema. En conclusión, el objetivo que tenías lo favoreciste.
La idea es, cómo los niños pueden flexibilizar las experiencias, por lo tanto, se ven más comprometidos, porque la mayor participación ofrece mayor compromiso y eso es sumamente importante. Por tanto, el niño va estar enganchado afectiva y cognitivamente.
– ¿Cómo definirías a los niños y niñas de hoy?
– Siempre han sido curiosos, exploradores, preguntones, pero todo lo que pasa es en la medida que les das posibilidades. Los niños y niñas son sujetos de derecho y ante esta pregunta no hay una respuesta única. No es lo mismo un niño de Arica que uno de Punta Arenas, y en Punta Arenas, no es lo mismo un niño de una familia que de otra. Cada niño es único, tiene una historia de vida, un contexto, una familia, pero todos son sujetos únicos, curiosos, activos, exploradores y sensibles, entre otras características.
El gran desafío es no olvidarnos de que no es la infancia sino las infancias, con “s”. Son los niños y niñas diversos. Por lo tanto, eso nos demanda hacer experiencias diversas y tener objetivos diversos. No más la hoja con el objetivo de planificación del mismo núcleo, el mismo objetivo para todos los niños y niñas, porque no todos los niños aprenden lo mismo, en la misma semana, en la misma hora, el mismo día. Entonces eso es lo importante, ofrecer un currículo diverso.
– ¿Qué tiene que pasar para que suceda este cambio de paradigma en la educación parvularia?
– Lo importante es la reflexión de las prácticas pedagógicas. Porque lo demás está todo escrito. Estamos en un muy buen momento, con una buena Subsecretaría que impulsa con buenas orientaciones y en una institución que lleva más de 30 años como es Fundación Integra.
Pero cada adulto debe ser garante de los derechos de los niños y niñas y eso no se cumple con orientaciones institucionales, sino con voluntades individuales y de un colectivo comprometido. A veces se observan demandas personales y olvidamos el bien Superior del Niño y la Niña.
Aprovecho de decir que debemos de avanzar en esta sociedad a que sea una educación parvularia menos feminizada, bienvenidos los hombres a esta carrera y al trabajo en los Jardines Infantiles.
– ¿Cuál es el mensaje que entregarías a las familias? Sobre todo, considerando los aprendizajes que nos dejó la pandemia
– El estar encerrados fue terrible para todo el mundo y la lección es no tener miedo a vincularnos, no tener miedo a estrechar vínculos, acercarnos, comunicarnos. Incluso el mensaje también es que la educación parvularia no sea tan áulica, es decir, que la experiencia de aprendizaje no sea entre cuatro paredes, sino que se convierta en una ciudad educativa, que hagamos las experiencias más al aire libre, con más contacto con la naturaleza.
Digámonos también cosas lindas, porque es importante autocuidarnos y cuidarnos entre todas y todos. Hagamos que las familias no se tensen por tratar de llenar a los niños de contenido, que sepan que aprenden en forma cotidiana, por ejemplo, cuando lo estás vistiendo, y aunque estés apurada, decirle: “te voy a poner un chaleco azul”, y sobre todo “te ves hermoso con esta ropa y son tu linda sonrisa”.
Decirles a las familias que escuchen más a sus hijos y que el error es parte del aprendizaje. No corregirlos, no violentarlos ni exigirles que sean como otros u otras. Ellos ya son una persona con derechos, con deberes también, por supuesto, pero no olvidarse de que esta es una etapa trascendente para toda la vida. Así como crece su cuerpo, sus manos, también crece su autoestima y ojalá que ésta no se vaya achicando producto de las interrelaciones con los adultos y adultas que lo rodean, sino por el contrario y que disfruten de su familia, amigos, del juego y del aprendizaje.