“Un Quillay en mi jardín”, mi experiencia en Fundación Integra

Con la ayuda y participación de su familia,  Agustina de 3 años de edad, realizó un cuento para contarle a la comunidad educativa la historia que vive cada día, al levantarse feliz para asistir al jardín infantil San Luis de Macul de Peñalolén.

El cuento creado por Agustina y su familia, busca reforzar los espacios de lectura en niños y niñas, además de acercarlos al cuidado del medio ambiente y las especies autóctonas.

A continuación, un extracto del cuento “Un Quillay en mi jardín”:

Hola Soy Agustina, tengo 3 años y junto a mis papás les quiero contar una experiencia maravillosa que nos tocó vivir. Es como si fuera un cuento lindo, pero es verdad. Acompáñenme y lean con atención: Un Quillay en mi jardín.

“En un hermoso y lejano país llamado Chile, en la ciudad de Santiago, en la comuna de Peñalolén, nació un espacio ideado exclusivamente para niños y niñas quienes todos los días nos levantamos felices para compartir y aprender. Este espacio se llama: Jardín Infantil “San Luis de Macul”.

Este bello y colorido lugar nos abrió sus puertas en el mes de la Patria, el 14 de septiembre del año 2018.  Ese día nuestros papás y mamás celebraron felices la llegada de este regalo para las familias.

Nuestro jardín recibe a los niños y niñas desde que son muy pequeñitos,  para ellos existen salas acondicionadas para que puedan estar cómodamente junto a las tías que nos reciben y realizan actividades,  juegos y cantos. También contamos con diversos espacios que nos hacen todo más fácil, por ejemplo tenemos un estacionamiento exclusivo para los coches y rampas de acceso para  movilidad reducida.
Como estamos muy cerca de la Cordillera de los Andes, en las mañanas hace mucho frío, pero cuando entramos a nuestras aulas, éstas se encuentran calientitas porque tienen calefactores. Siempre el jardín está muy limpio y cuidado, las tías hacen un gran trabajo todos los días, para mantener en perfectas condiciones todos los espacios.

Cuando los papás dejan a sus hijas e hijas en el jardín, llegan unas tías con un gorrito blanco y delantal que nos traen un exquisito desayuno, que compartimos con los compañeros antes de iniciar la jornada.  Gracias a este desayuno podemos estar con energía durante todo el día.

Me encanta venir a mi jardín, es como si fuera mi segunda casa, lo paso muy bien y aprendo cada día cosas que me hacen crecer.  Una vez nos trajeron a un doctor que nos enseñó a cuidar nuestros dientes, otra vez aprendimos las danzas de nuestros pueblos originarios ¡Es demasiado entretenido!

Lo que más me gusta de mi jardín es cuando salimos al patio a jugar, siempre nos recibe con los brazos abiertos un gran árbol que se encuentra al centro, es como si fuera nuestro abuelo, nos protege del sol, la lluvia y nos saluda con sus ramas. Alrededor de él hacemos distintos juegos y rondas que junto a mis nuevos amigos compartimos cada día.

Este árbol es de origen indígena, una especie endémica, es decir, es propio de nuestro país y hace más de 100 años se encuentra en la comuna de Peñalolén.  Se caracteriza por estar siempre verde,  y ya se encontraba en el antiguo colegio donde hoy está nuestro jardín.
Nuestro árbol se encuentra abrazado a otro desde sus raíces, como si fueran grandes amigos, y nos enseña que desde pequeños tendremos amigos para toda la vida. Este árbol lleno de historias se llama “Quillay”.

Esta historia de amistad nos inspira a acoger no sólo a niños chilenos, sino también a niños de distintos lugares del mundo, gracias a ello hoy tengo amigos colombianos, haitianos, peruanos, y venezolanos.  He aprendido mucho de sus costumbres y cultura, me encantaría cuando sea grande viajar y conocer cada uno de esos países.

Y colorín colorado este cuento no se ha acabado, porque tenemos mucho por hacer, mucho por crecer y muuucho por aprender, espero que no se olviden de mí por que yo no me olvidaré de ustedes”.