¿Cómo reconocer señales de estrés durante la pandemia?

En el contexto de la emergencia sanitaria por Coronavirus (Covid-19) los días son más complejos para todos. Las condiciones en que transcurre la vida familiar son muy distintas a la habitual: no hay clases ni jardín infantil, tenemos que equilibrar el tiempo para trabajar a distancia y cuidar a los hijos/as, no podemos visitar a nuestros familiares, y aunque la sugerencia es no salir de nuestros hogares, igual tenemos que salir a realizar trámites impostergables como la compra de alimentos o el retiro de medicamentos en los consultorios.

Frente a esta situación, es normal que al interior de la familia se presenten signos de cansancio o estrés, tanto por la crisis sanitaria como por la constante interacción y la necesidad de coordinar las tareas del hogar entre los miembros del grupo familiar. Estar consciente de como el estrés se acumula y manifiesta es útil para saber manejarlo.

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Señales de alerta

Todos vivimos una situación distinta a la habitual y, con ello, la interacción al interior del ambiente familiar también cambia. Algunos de los siguientes signos nos pueden dar luces de estrés al interior del grupo familiar.

Los Gritos: para Carolina Gaete, profesional de apoyo de la Dirección de Promoción y Protección a la Infancia de Fundación Integra, “un grito desde lejos pueden ser un buen mecanismo para llamar la atención de alguien o advertir de un peligro, pero cuando los gritos se transforman en la forma de hablarle a otra persona ya no es lo mismo; ahora incomodan, asustan, perturban”.

La Indiferencia: “Todos necesitamos la atención de los demás porque nos hace sentir seguridad, cariño y reconocimiento. Cuando lo que ocurre es todo lo contrario y parece que queremos evitar a los demás, que los demás nos ignoran y ésa es la sensación que predomina, nos sentimos inseguros”, afirma Cecilia Rodríguez, psicóloga de Fonoinfancia.

Que se instale la indiferencia en las relaciones familiares no ayuda a satisfacer las necesidades afectivas, materiales y de protección. Esta indiferencia puede ser un signo de estrés acumulado.

Los Garabatos: aunque forman parte del lenguaje popular de los pueblos, muchos de ellos se utilizan como ofensa, demuestran rabia o impotencia. “Utilizar frecuentemente garabatos para tratar a una persona afecta su dignidad y el cómo se ve a sí mismo o misma, lo que se ve acentuado si quien vive esta experiencia es un niño o niña”, afirma Carolina Gaete.

Los Castigos: En las familias con niños y niñas, los castigos muchas veces se convierten en acciones arbitrarias de los adultos en relación a niñas y niños. Según Cecilia Rodríguez, “contrario a lo que se piensa, los castigos tienen poco o nulo efecto para aprender o instalar conductas y suelen restringir derechos. Si estamos más preocupados, hoy por hoy, de buscar qué castigo darle a mi hijo/a en vez de con qué cosa podemos jugar, es posible que algo haya hecho aumentar nuestro estrés”.