Integra construirá primer jardín del centro cívico

El ministro de Bienes Nacionales, Víctor Osorio, hizo entrega a la directora ejecutiva de Integra, Oriele Rossel, del primer piso del edificio de Agustinas 1269, el cual por casi un siglo albergó al diario La Nación, y que desde ahora será parte de la red nacional de salas cuna y jardines infantiles del país.

En la ceremonia, el secretario de Estado recordó sus pasos como periodista en el propio medio de comunicación e hizo hincapié en que “será la primera sala cuna y jardín infantil que existe en la Plaza de la Constitución desde el Golpe de Estado, lo que es una muy buena noticia para las mujeres y las familias chilenas. Estamos construyendo un espacio para futuros profesionales, quizás futuros periodistas, quienes permitan en Chile el pleno ejercicio de la libertad de expresión”.

En ese sentido, la directora ejecutiva de Integra, Oriele Rossel, apuntó que “es un orgullo poder estar en este espacio, queremos rescatar este patrimonio, comprometernos para que se mantenga y darle un sentido de trascendencia a este hermoso edificio, porque estamos convencidos que la mejor forma es hacerlo a través de los niños y niñas”.

La secretaria ejecutiva del Consejo Nacional de la Infancia, Estela Ortiz, agregó que “no solo a los periodistas les dolió el cierre de La Nación, yo creo que hay un sector de chilenos que lo lamentamos, porque la diversidad de la información es clave para profundizar y desarrollar la democracia y, en ese sentido, que mejor manera que darle un espacio a los niños y niñas”.

Durante la actividad, la ex presidenta del sindicato de trabajadores del medio, Nancy Arancibia, leyó una emotiva carta de bienvenida a Integra. “Ustedes niños están en el castillo del diario La Nación, están dentro de un castillo mágico que es grande, es alto y caen muchos sueños, ideas, juegos y diversión (…) Este castillo de La Nación es mágico, porque la gente se pone contenta y feliz. Jueguen con todo lo que quieran, este edificio es de ustedes y de todos los chilenos”.

El nuevo espacio educativo en la comuna de Santiago, que es parte del aumento de cobertura para la primera infancia del gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, podrá recibir a 48 niños a partir del segundo semestre de 2017 y tendrá una inversión de $600 millones. Además la construcción mantendrá los 500 metros cuadrados de la imprenta del medio de comunicación fundado en 1917 por Eliodoro Yáñez.

Familias de extoma cuentan con nuevos jardines

La Alcaldesa de Peñalolén, Carolina Leitao y la Directora Ejecutiva de Integra, Oriele Rossel, encabezaron la inauguración de la sala cuna Los Avellanos y el jardín infantil Los Espinos. Estos nuevos espacios educativos atienden hoy a 95 niños y niños y son parte del compromiso del gobierno de aumentar la cobertura en educación parvularia.

Estos nuevos espacios son el testimonio del compromiso con este nivel educativo y son parte de la reforma a la educación que busca avanzar hacia el acceso universal, como un derecho social desde la cuna. Las nuevas salas cuna se han diseñado con altos estándares de calidad y mantienen diseños arquitectónicos adaptados a las características de los niños y la comunidad educativa, de manera que las actividades diarias y las dinámicas pedagógicas que ocurren al interior de estos espacios sean potenciadas al máximo.

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En la oportunidad la Alcaldesa Carolina Leitao felicitó “a las familias de ambos conjuntos habitacionales, porque este proyecto nace gracias a ustedes, que pusieron como prioridad para sus espacios comunes la creación de un jardín infantil y una sala cuna, y de esta forma pensar en sus niños y niñas para que también tengan un mejor bienestar y si nuestros niños tienen oportunidades desde la primera infancia les irá mucho mejor en la vida. Además seguiremos avanzando en nuevos proyectos para seguir mejorando las condiciones de vida de los vecinos de estos conjuntos habitacionales”.

La sala cuna Los Avellanos atiende actualmente a 40 niños, en 2 los niveles sala cuna menor y sala cuna mayor, y cuenta con un equipo conformado por 18 trabajadoras. El jardín infantil los Espinos, en tanto, recibe a 45 niños, en niveles medio menor y medio mayor, atendidos por 13 trabajadoras, entre educadoras, agentes educativas y auxiliares. Ambos están en funcionamiento desde principios de junio.

“La educación parvularia es un derecho social: tenemos que responder a cada familia que requiere acceso a este nivel educativo con altos estándares de calidad, con gratuidad y lo más cerca de sus hogares o lugares de trabajo. Es lo que hicimos en estos espacios educativos donde niños y niñas son protagonistas de sus aprendizajes, y a través del juego aprenden habilidades para toda la vida”, enfatizó la Directora Ejecutiva de Integra, Oriele Rossel.

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Recuerdo momentos de felicidad a la altura del suelo

Ilustradora y autora de libros para niños como “Es así” y “Los arriba y los de abajo”, Paloma Valdivia es nuestra nueva invitada a viajar al Territorio Infancia.
-¿Cómo recuerdas la vida cuando el mundo no se extendía más allá de tus juguetes?
Recuerdo mi infancia como un lugar tranquilo y protegido. Los días eran más largos que los de hoy y evoco muchos momentos de felicidad a la altura del suelo, lugar que hasta hoy es mi preferido; en él jugaba, dibujaba y pasaba gran parte del día.

-¿Qué juguetes tenías, dónde se fueron tus juguetes?
Tenía una hermosa casa de muñecas que me regaló el viejito pascuero cuando tenía 4 años. Esa Navidad me quedé dormida después de la cena y la casa apareció a las 12 en el patio de mi casa. Para mí era enorme y hermosa. Adentro, estaban todas mis muñecas con ropa nueva, un costurero, una cocinita y todo un amoblado pequeño para jugar. Otro regalo sensacional fue la bota Matchbox, yo la deseaba mucho, la mañana de mi cumpleaños número tres, me entregaron una caja cuadrada muy grande, yo pensé que era una tele, (también la deseaba porque en mi casa no había), hasta el día de hoy es el mejor regalo que me han hecho jamás.

-¿Juego favorito, sola o acompañada?
Como no había muchos niños a mi alrededor, disfrutaba mucho jugando sola. Mi juego favorito era jugar con la “Bota Matchbox” y “La granja”. Juntaba los muñequitos de ambos, que eran más o menos del mismo tamaño y hacía un mundo. A veces, los personajes iban a la piscina, se trasladaban en carreta al baño y disfrutaban de un día de verano en el lavamanos.

-¿Qué olores y sabores recuerdas de esa época?
Todas las deliciosas comidas que hacía mi abuela Ana. Yo llegaba del colegio y desde el zagúan de la entrada ya sabía que había de comer por el aroma. Me acuerdo del olor a hielo que salía de las máquinas de helados cuando las abrían para elegir el mío (amaba los helados), el olor al patio recién regado y el de las piscinas y flotadores de plástico nuevos que antecedían el calor del verano. El olor de mi mantita, la tuve hasta como los 10 años y le ponía colonia en las puntas.

– Secretos que no le dijiste a mamá y/o papá
Una vez me robé un juguete de mi jardín, me lo metí en las pantys y lo traje a casa. El juguete originalmente había sido mío y lo habíamos donado al jardín. Pero al parecer no me gustó que lo usaran otros niños y lo tuve que traer de regreso a casa, volvió sin cabeza.

Jugaste con tierra, tomaste agua de la manguera…¿qué otras cosas hacías?
Coseché tomates, sandías, frutillas. Le corté el pelo a las muñecas y a mi abuela. Me puse zapatos de taco alto, jugué al rin rin raja, comí dulces, miré, leí y dibujé cuentos hasta que me dio hipo.

-Cuéntanos ese recuerdo mítico del que todos se acuerdan menos tú… (ese que tu mamá o tía saca a colación cuando le presentas a una amiga)…
El relato mítico es acerca del día en que mi abuelo Guille me mandó a la cocina a buscar un pan para el almuerzo. Él era muy irónico y yo no entendía su humor, como yo era la más chica me molestaba constantemente. Dicen que yo a mis tres años y después de mucha insistencia de su parte, me paré indignada y en silencio a la cocina y desde la puerta del comedor le tiré la marraqueta con tanta puntería que le llegó al medio del plato de sopa y lo salpicó entero. Nunca he vuelto a hacer algo así, aunque he tenido ganas.

-¿Recuerdas tu primer amor?
Sí, lo espiaba con binoculares. Era mi vecino.

-¿Cuáles son los pequeños grandes triunfos que recuerdes?
La verdad es que como era la más pequeña de casa me celebraban todo. Los cantos, los dibujos, los poemas. Sin embargo hay un recuerdo que cambió mi vida y para mí es un triunfo. El día que me pusieron lentes. Tenía 9 años y hasta entonces había visto el mundo como a través de un vidrio empañado. Nadie se había dado cuenta que yo era muy miope. Fue un día sensacional, vi como eran las flores, podía contar las tejas de los techos y me alucinaba que las cosas tuvieran un límite definido, desde ese día no he parado de dibujar el mundo.

-¿Qué súper poder te hubiera gustado tener?
Volar y hablar con los animales.

-¿Qué te daba miedo?
Muchas cosas, sobre todo la noche y las arañas, me imaginaban que saldrían de los rincones de debajo de mi cama. Por ello durante mucho tiempo separé la cama del rincón y dormí con guantes. También le tenía miedo a los ladrones, a los extraterrestres y a los militares, era una época complicada…por suerte mi mamá siempre me recibía en su cama.

-¿Te perdiste?
Una vez me dejaron adentro del auto mientras bajaban las bolsas del supermercado, deben haber sido 5 minutos, pero yo era bebé y se me hizo eterna la espera. Recuerdo que me dolía la garganta de tanto llorar y de alguna manera en esos pocos minutos tuve la sensación de abandono.

-¿Qué barrio, calle, edificio o balneario es el lugar de tu infancia?
Patronato, el Barrio Bellavista y el Cerro San Cristóbal.

-¿Cuál fue tu mayor travesura?
Una vez, una vecinita me invitó a su cumpleaños, vivía en la casa pegada a la mía. No me dejaron ir y yo me escapé. Tenía 5 años, fui un ratito, volví y nadie se dio cuenta.

-¿A qué personaje público invitarías a mirar con ojos de niño la realidad?
A Juan Carlos Bodoque, de 31 Minutos.

-¿Alguna pregunta para sumar a este cuestionario de Territorio Infancia?
Algún hecho sorprendente que recuerdes de tu infancia. En mi caso personal a los 6 años ví nacer un ternero, ese hecho marcó mi vida en muchos aspectos. También hablar acerca de alguna catástrofe natural que te haya tocado de infancia, Chile es un país que suele pasar por este tipo de fenómenos, creo que cuando lo compartimos y los niños ven que a todos nos pasó, puede bajar un poco la intensidad de nuestra propia experiencia.

-Alguna persona o personaje que te gustaría para Territorio Infancia…
La Tía Carmen Videla, ella fue mi profesora de primero a cuarto básico. La mejor profesora y persona que he conocido en mi vida. Creo que a mis 37 años, ella me enseñó lo más importante: “el amor por Aprender”. Tiene 85 años y sigue siendo una persona brillante y excepcional, la visito todos los años.

Fútbol en la plaza con los amigos era el juego favorito

En un nuevo Territorio Infancia, Juan Cristónal Guarello, premio nacional de periodismo deportivo y autor de libros como “Historias secretas del fútbol chileno”, recuerda cuando a los cuatro años le regalaron una caja de ferraris de metal y la vez en la que un perro lo mordió a la salida del jardín infantil.

– ¿Cómo recuerdas la vida cuando el mundo no se extendía más allá de tus juguetes?
Era consciente, aun dentro del pensamiento mágico, que existía un mundo extenso y extraño allá afuera. Incluso miraba la Luna con los largavistas que mi papá usaba para las carreras.

– ¿Qué juguetes tenías? Y ¿dónde se fueron tus juguetes?
Para la media de entonces, bastantes. Cuando cumplí cuatro años me regalaron una caja de Ferraris de metal, pero alguien me los robó al poco tiempo. También recuerdo un Fiat 600 rojo, de plástico y sin ruedas que mi mamá botó a la basura porque era basura. Lo lloré mucho.

– Juego favorito ¿solo o acompañado?
Fútbol en la plaza con los amigos.

– ¿Qué olores y sabores recuerdas de esa época?
Los helados de agua, el olor de los eucaliptos en Santo Domingo, el olor de la leña en la chimenea, el de la harina tostada, el dulzón de las sustancias que vendían en los quioscos.

– ¿Qué llevas de tu infancia contigo?
La nostalgia de un mundo limpio, sin prejuicios.
Secretos que no le dijiste a mamá y/o papá
No recuerdo nada muy especial. Era malo para guardar secretos. Mi papá emanaba autoridad.

– Jugaste con tierra, tomaste agua de la manguera ¿Qué otras cosas hacías?
Agua de la manguera en cada pichanga, no recuerdo haber comido tierra, si meterme en guerra de peñascazos, subirme arriba de los techos o robarme alguna pelota de plástico.

– Cuéntanos ese recuerdo mítico del que todos se acuerdan menos tú (ese que tu mamá o tía saca a colación cuando le presentas a una amiga o estás reunido con la familia).
Supuestamente el día que, siendo casi guagua, declaré que no usaría más chupetes.

– ¿Recuerdas tu primer amor de infancia?
Una niña en las Termas de Jahuel. Tenía siete años y me enamoré hasta las patas. Septiembre de 1976.

– ¿Cuáles son los pequeños grandes triunfos que recuerdas?
Irme, en Primero Básico, solo del colegio hasta mi casa. Eran cuatro cuadras y le tenía miedo a los perros. No me crucé con ninguno.

– ¿Qué súper poder te hubiera gustado tener? y si lo tuvieras hoy ¿qué harías con él?
Volar

– Tenías amigos imaginarios, si es así, ¿cómo eran y cómo se llamaban?
No, siempre me ha parecido muy raro lo de los amigos imaginarios. Incluso a los cinco años, ya era muy racional. Entendía, por ejemplo, que Los Picapiedras no podían ser reales, porque los dinosaurios no convivían con los humanos.

– ¿Qué te daba miedo?
Los perros porque me mordió uno a la salida del jardín infantil. En la FISA 1974 había una exposición de perros de raza y un San Bernardo se paró a mi lado. Casi me morí.

– ¿Te perdiste? Sí es así, ¿dónde y cómo apareciste?
Como dije, era muy racional y tenía excelente orientación. Ya a los cinco años andaba callejeando con un lote de pelusones por todo el barrio o por casi todo Ñuñoa. Iba a jugar fútbol a la Estación San Eugenio y nos cambiábamos en los carros de carga estacionados. Una vez salí de paseo en bicicleta con un amigo. Llegamos hasta el Estadio Nacional. Volví como a las nueve de la noche, había un radiopatrulla afuera. Andaban buscándome hasta los pacos.

– ¿Qué barrio, calle, edificio o balneario es el lugar de tu infancia?
La Plaza de Miguel Claro y la calle Las Rocas de Santo Domingo.

– ¿Cuál era la trampa que hacías para no comer guatitas o la comida que no te gustaba?
Simplemente me declaraba en rebeldía. La Erika, la señora que trabajaba en mi casa, tenía buena persuasión para hacer fracasar mi acto.

– ¿Jugabas en la calle?
Todo el día en la calle, por cualquier lado. Nos llamaban a tomar la leche desde la puerta de la casa.

– ¿Cuál fue tu mayor travesura?
Depende de la edad, pero bien chicos nos bañamos con uniforme de colegio en una piscina inflable.

– ¿A qué personaje público invitarías a mirar con ojos de niño la realidad?
A Jovino Novoa

– ¿Alguna pregunta para sumar a este cuestionario de Territorio Infancia?
¿Cuál fue la primera palabra que aprendiste a leer? Yo, “lavar”

– ¿Alguna persona o personaje que te gustaría para Territorio Infancia?
A Jorge Burgos

Cuando niño inventaba postres

El escritor chileno, autor de novelas como “Bonsái” y “Formas de Volver a Casa”, se subió a la máquina del tiempo de Territorio Infancia para recordar esa época en la que compraba dos dulces por un peso.

-¿Cómo recuerdas la vida cuando el mundo no se extendía más allá de tus juguetes?
Me acuerdo de que a veces era muy tímido y al otro día totalmente desenvuelto. Mi mamá siempre dice eso: un día en la luna y el otro en la tierra. También recuerdo el entusiasmo, el despunte del entusiasmo, y la frustración cuando los demás no lo compartían. Bueno, recuerdo muchas cosas, en realidad. Los gatos, aunque nunca he dejado de tener gatos. Tuvimos al primero, que se llamaba Veloz, porque en la casa había ratones o peligro de ratones. Y desde entonces siempre estuve cerca de algún gato.

-¿Qué olores y sabores recuerdas de esa época?
El olor a porotos con riendas, definitivamente. La leche condensada. El Milo en polvo o de los jugos Yupi disolviéndose en la boca. Los dulces de dos por un peso. Las guagüitas. Los calugones Pelayo. Los chupones de manjar. Las sustancias. Las empanadas de queso que vendían en el supermercado Toqui.

– ¿Qué llevas de tu infancia contigo?
Más que nada recuerdos. Sí tengo un libro, o más bien un cuaderno que llenó mi mamá, “Mis primeros pasos”, donde hay mucha “información privilegiada”.

– ¿Jugaste con tierra o tomaste agua de la manguera? ¿qué otras cosas hacías?
Inventaba postres, estaba obsesionado con eso, me quedaban mal. Pero aprendí a hacer panqueques. Y tocaba la guitarra todo el día.

– Cuéntanos ese recuerdo mítico del que todos se acuerdan menos tú (ese que tu mamá o tía saca a colación cuando le presentas a una amiga).
Mi papá siempre se acuerda de cuando íbamos a pescar y yo me ponía a inventar historias con los pescados y los gusanos de tebo. De puro aburrido, supongo, me ponía a hacerlos conversar. Era como jugar a las muñecas, pero infinitamente más cruel. Él se acuerda porque los otros pescadores se reían de las cosas que yo inventaba, él también se reía, pero de vez en cuando me hacía callar, porque al parecer yo hablaba demasiado…

– ¿Recuerdas tu primer amor?
Sí. Una niña en Villa Alemana a la que le di un beso, a los cuatro años. Hay una foto en que salgo con ella y con otra niña, que no me gustaba y que ahora me parece muchísimo más bonita.
– ¿Qué súper poder te hubiera gustado tener y si lo tuvieras hoy…qué harías con él?
Viajar en el tiempo, definitivamente. Pero en ese tiempo habría viajado al futuro y ahora iría al pasado. Bueno, no sé, quizás también iría al futuro, no sé.

-Tenías amigos imaginarios, si es así, ¿cómo eran y cómo se llamaban?
Sí tenía, pero iban cambiando constantemente. Y después eran los gatos, que no son imaginarios, pero siempre hablaba con Veloz y luego con Veloz segundo.

-¿Qué te daba miedo?
Quedar ciego. Es lo que más me da miedo todavía. En realidad, cuando niño, era la sensación de oscuridad absoluta, en la pieza. Pero no a la oscuridad en sí misma. Una o dos veces recuerdo que no podía encontrar, a tientas, el interruptor de la luz.

– ¿Qué barrio, calle, edificio o balneario es el lugar de tu infancia?
Cuando nací vivíamos en la Villa Portales, pero a los dos meses nos fuimos a Valparaíso, al Cerro Alegre, y luego, cuando yo tenía dos años y hasta los cinco, vivimos en Villa Alemana. Mis primeros recuerdos son de Villa Alemana. Una casa grande, donde había un piano permanentemente cerrado (no teníamos la llave, era de los dueños de la casa, que no querían que se los ocupáramos), un parrón, un triciclo “para niños grandes” con el que jugábamos con mi hermana.
Pero al pensar en la infancia siempre la sitúo después, en la villa donde viví desde los cinco hasta los veinte años, en Maipú. Desde la pandereta, antes de que la cerraran, veías el Estadio Bueras, aunque en ese tiempo no jugaba el Magallanes ahí. Pero me pasaba siempre la pandereta y me iba al estadio y a una laguna que había al lado.

– ¿Cuál era la trampa que hacías para no comer guatitas o la comida que no te gustaba?
Nunca fui mañoso, la verdad, pero creo que no era común que me dieran guatitas. No me gustaban, pero recuerdo haberlas comida una vez. Lo único que nunca me gustó es el arroz con leche. Y me cuesta creer que a alguien pueda gustarle el arroz con leche.

– ¿Jugabas en la calle, si es así… cómo te llamaban para volver a casa?
Jugaba en la calle todo el día y tenía que volver cuando oscurecía.

– Alguna pregunta para sumar a este cuestionario de Territorio Infancia
¿Sabes qué nombre te habrían puesto si hubieras sido hombre/ mujer (depende del entrevistado)?

Cuando niño me perdí en la lavadora

Calcetín con Rombos Man, el súper héroe de 31 minutos, defensor de los derechos de los niños y niñas, nos recibió en ciudad Cómoda y aceptó nuestra invitación a viajar y descubrir ese tiempo donde la vida no se extendía más allá del juego.

¡Bienvenidos al Territorio Infancia de Calcetín con Rombos Man!

¿Qué olores y sabores recuerdas de tu niñez?
Recuerdo el olor a bolitas de naftalina y corteza de quillay de las viejas calcetas de lana que vivían conmigo cuando era chico. También el de talco mentolado de las calcetas de fútbol.

– ¿Cuáles son los pequeños grandes triunfos que recuerdas?
Recuerdo la primera vez que salí del cajón de los calcetines. También fue la primera vez que volé. Al principio, cuando me asomé pensé que no iba a ser capaz de salir, pero sabía que los niños que estaban en problemas contaban conmigo, así que conté hasta tres y salté. Me caí al suelo y quedé machucado, fue muy doloroso, pero no me di por vencido y tras varios intentos y muchos chichones aprendí a volar y me convertí en súper héroe.

-¿Tenías amigos imaginarios? Si es así, ¿cómo eran y cómo se llamaban?
Sí, tenía un amigo imaginario que se llamaba Giuseppe, era un camello irlandés y un experto para jugar a las escondidas. Nunca lograba encontrarlo.

-¿Qué te daba miedo?
Los helados, sobre todo los de pistacho en barquillo.

-¿Te perdiste? Sí es así, ¿dónde y cómo apareciste?
Una vez me perdí cuando fui a la lavadora. Después del programa de centrifugado, todo daba vueltas y más vueltas. Cuando salí estaba tan mareado que vomité. Me dio un poco de vergüenza, pero el trapero me dijo que no importaba, que a cualquiera puede pasarle. Desde ese día que prefiero secarme en el tendero con los rayos de sol.

Recuerdo la mermelá de Sandía de la mamá

Gran Guaripola Guachaca, padre del concepto Canto Nuevo, amigo de Roberto Parra y primer Director de la Negra Ester. Este profe de música lleva décadas promoviendo “los valores de la gente de la calle” y desde su colectivo Guachaca donde promueve lo chileno, lo republicano, lo cariñoso y lo humilde, responde nuestro Territorio Infancia viajando a su Lontué natal.

-¿Cuáles fueron tus juegos y tus juguetes?
Las bolitas, el trompo, el emboque, los bolones de cristal y de piedra… jugábamos a la camarita, que se hacía con cajas y hoyitos.

-¿Lo hacías sólo o acompañado?
Acompañao po´ con caleta de cabros chicos siempre. Mis vecinos tenian 18 hijos, los otros 16 y nosotros 11. En el colegio nos reuníamos todos los chiquillos en una ronda a jugar al trompo métale carnúo. También jugábamos partidos de chueca.

-¿Qué olores y sabores recuerdas de esa época?
La mermelá de sandía de la mamá. Las naranjas del naranjo… ese olor a naranjo.

– ¿Qué llevas de tu infancia contigo?
Mmmm. Tal vez el gorro

-¿El gorro?
Jaaaaa…No. El jockey fue después. Cuando chico no había plata ni pa comprar chupallas de paja. Después me gustaron los sombreros, mi papá usaba jockey….

– ¿Recuerdas tu primer amor de infancia?
Shaaaa no po…porque las escuelas eran separadas, pero había profesoras bien bonitas, me acuerdo de la señorita Ilda.

– ¿Qué súper poder te hubiera gustado tener y si lo tuvieras hoy…qué harías con él?
Ninguno

-¿Tenías amigos imaginarios?
No po, si pasaba todo el día jugando o comprando el pan.

-¿Qué te daba miedo?
El mapuche que cuida el Aromo, donde había un tesoro que habían dejado los españoles y el canto del Tue Tue, que anunciaba la muerte.

– Alguna persona o personaje que te gustaría para Territorio Infancia

Al Caluga Jr po kbros avívense y entrevístenlo pa’ que hable de su papa. Tengo una gran admiración por el Tony Caluga por lo que significa para este país. Puta que me ha hecho reír.