¿Qué implica favorecer una educación transformadora?

El 17 de junio del presente año en la sede de la Unesco, en París, se reunió el Comité Directivo de Alto Nivel para analizar el avance del Objetivo de Desarrollo Sostenible N° 4, orientado a favorecer una educación de calidad, como parte de la Agenda de Desarrollo 2030 de ONU (2015). Los resultados son devastadores, pues se señala: “Habiendo transcurrido más de la mitad del periodo de implementación de la Agenda 2030, el progreso hacia el ODS 4 está muy por debajo de lo esperado, y los sistemas educativos en todo el mundo están enfrentando presiones intensas y profundos cambios”, olvidándose que el propósito de este objetivo es “transformar vidas a través de la educación”.

Si se revisan las publicaciones, congresos, debates, cursos y políticas en el campo educacional, se observa que el concepto “educación transformadora” se repite en todos los enunciados como un “mantra” que hay que enunciar; sin embargo, cuando se analiza lo que abarca su contenido, encontramos una diversidad de enfoques que dan escasa cuenta de esta idea central que señala la Unesco: “Transformar vidas” para poder atender los profundos cambios que el mundo está experimentando en todos los planos: políticos, valóricos, sociales-culturales y ambientales.

Los ejemplos de aplicación evidencian lo restringido de las propuestas, que van desde introducir tecnologías hasta modificar sistemas de planificación y/o evaluación, haciendo escasa referencia a lo más importante, que es el necesario cambio en lo que implica el desarrollo humano en contextos de bienestar, paz, amor y valores. Ello comprende hacerlo en el marco del desarrollo sostenible que aborda los aspectos esenciales para una mejor vida para todos asumiendo los complejos desafíos de los tiempos actuales.

Ante tanta dispersión de versiones de lo que implica “una educación transformadora”, son pocas las iniciativas que recogen lo más relevante: Partir del propio cambio, para poder generar ambientes emocionales y socio-culturales propicios para que las comunidades educativas en su conjunto se “contagien” e involucren en ello. Si un educador/a o progenitor no genera condiciones de bienestar, afectividad, interés y actuación por lo que sucede en los contextos sociales-culturales y ambientales, siendo un reflejo de ello, es muy difícil que las nuevas generaciones los asuman. La ética se debe ejercer, las actitudes de aceptación a las diversidades se deben manifestar, el cuidado de los barrios y entornos naturales se deben practicar, la apertura a los saberes de debe demostrar, y el amor se debe expresar.

Por lo señalado, para “cambiar vidas” se requiere que quienes tenemos la responsabilidad de abrir caminos, mostremos las intenciones y cambios en nosotros, y tengamos la humildad de cambiar también por lo que nos enseñan los propios niños y niñas con su apertura y generosidad. Ya lo expresó así hace tiempo el gran Pablo Freire, cuando decía: “Quien forma se forma y re-forma al formar y quien es formado se forma y forma al ser formado”. Eso es lo principal de lo que implica una “educación transformadora”.

María Victoria Peralta Espinosa, Presidenta de Fundación Integra, Premio Nacional de Educación 2019 y académica Universidad Central.

En el mes de la niñez relevemos su derecho al juego

En agosto, Chile celebra el “Mes de la Niñez” recordando la ratificación por parte del Estado de la Convención de los Derechos de Niñas y Niños, 14 de agosto de 1990. En su artículo 28 reconoce el derecho de la niñez a la educación y a aprender todo aquello que despliegue su personalidad y las capacidades cognitivas, físicas y afectivas en forma integral.

En nuestro país, se han implementado avances significativos en la garantía de sus derechos; por ejemplo, en el ámbito de la educación parvularia, ha existido una profesionalización y profundización en el desarrollo curricular que ha impactado favorablemente en las experiencias que se realizan en las salas cuna, jardines infantiles y modalidades no formales, como las de Fundación Integra. Estas últimas: Veranadas Pehuenche, Jardín Sobre Ruedas, Mi Jardín al Hospital y Sala Cuna en Recinto Penitenciario, buscan también dar respuesta a la diversidad al atender singularidades culturales, sociales y territoriales que viven las niñas, los niños y sus familias.

Las experiencias que llevan a cabo los equipos educativos se centran en el juego y son fundamentales para el desarrollo de la niñez, porque les permite descubrir, explorar, asombrarse y construir sus propios caminos de aprendizaje en ambientes de libertad y bienestar integral. El juego, además, promueve actitudes de colaboración, la creatividad, el hacer y gozar con otros, así como la expresión y gestión de las emociones. Cuando la niñez juega, llega a acuerdos, adquiere valores, habilidades, competencias cognitivas, observa problemas y busca posibles soluciones.

Es así como, el juego por ser un derecho de todas las niñas y los niños tiene un sentido fundamental en sus vidas. Es una actividad sencilla que no requiere de objetos sofisticados, solamente la curiosidad y deseo de conocer el mundo junto a adultas y adultos que lo faciliten. De esta manera, niñas y niños juegan y exploran objetos simples como hojas de árboles, tierra, tubos y cajas de cartón, entre otros, desafiando su imaginación y sus necesidades de encuentro con sus pares y adultas y adultos que lo respetan y aman.

En ese sentido, en el “Mes de la Niñez”, hacemos una invitación a que la sociedad deje de considerar el juego como una acción fútil y comprenda que el ser humano en sus primeros años de vida aprende, fortalece su autonomía y se descubre a sí mismo, gracias a esta acción tan simple, pero tremendamente significativa para su desarrollo pleno y felicidad, contribuyendo al reconocimiento de las niñas y niños como sujetos de derechos y ciudadanos activos de este mundo.

María Victoria Peralta, Presidenta de Fundación Integra.

Carlos González Rivas, Director Ejecutivo de Fundación Integra.

De vuelta al jardín infantil para la reactivación de aprendizajes

Por estos días, niñas y niños están retomando las actividades en salas cuna, jardines infantiles y escuelas, lo que abre un espacio para insistir en los impactos positivos de la Educación Parvularia.

Este nivel constituye una oportunidad vital para ellas y ellos, porque les permite acceder a experiencias educativas, socializar con sus pares y otros adultos significativos, y adquirir herramientas socioemocionales clave para fortalecer su identidad y autonomía. Las salas cuna y jardines infantiles de la oferta pública son espacios educativos seguros, que posibilitan que niños y niñas aprendan y participen activa y protagónicamente de experiencias en la comunidad y el territorio.

El regreso a las aulas encuentra al sector educativo abocado a la principal misión que nos encomendó el Presidente Gabriel Boric para 2023: impulsar un plan de reactivación educativa, con el fin de que niñas y niños regresen a los establecimientos, asistan regularmente a estos y recuperen oportunidades de aprendizajes perdidas durante el prolongado encierro que significó la pandemia.

En esta tarea la Educación Parvularia tiene un importante rol que desempeñar, porque no hemos estado ajenos a las consecuencias provocadas por la crisis sanitaria. Entre estas repercusiones se incluye el ausentismo y la baja asistencia en salas cuna, jardines infantiles y niveles de transición, con impacto a corto, mediano y largo plazo en la trayectoria educativa.

Tras el retorno a la presencialidad, en nuestro nivel se ha advertido la necesidad de fortalecer el lenguaje y comunicación, el desarrollo socioemocional y en el desarrollo motor de niños y niñas. En este escenario, es importante que las familias se comprometan con la asistencia regular de sus hijos e hijas a salas cuna y jardines infantiles, porque esto contribuirá a avanzar en los desafíos educativos.

El Plan de Reactivación del Mineduc considera la trayectoria educativa desde la Educación Parvularia. Las distintas instituciones vinculadas con la primera infancia, los sostenedores y los equipos pedagógicos estamos convocados a generar acciones articuladas para favorecer la asistencia y la continuidad de las trayectorias educativas, como, asimismo, fomentar la buena convivencia para un bienestar integral de los niños y niñas.

Para el eje de Bienestar y Convivencia de este plan, las instituciones públicas de la Educación Parvularia -Junji, Fundación Integra, Dirección de Educación Pública, bajo la conducción de Subsecretaría de Educación Parvularia- ponemos a disposición de las familias diversos recursos online, que aportan herramientas complementarias a la asistencia al jardín para contribuir a la contención socioemocional de niños, niñas y equipos educativos.

Asimismo, contemplamos una serie de acciones para el eje de Reactivación de Aprendizajes, con foco en el gozo lector y el desarrollo de habilidades que serán clave para los siguientes niveles educativos; mientras que, en el eje de Asistencia, ponemos a disposición de los equipos estrategias diversas para promoverla.

Es muy importante que, en estos esfuerzos, las instituciones generemos acciones que nos permitan sumar a las familias a esta tarea. Madres, padres y cuidadores son fundamentales para ayudarnos a comunicar que asistir o no al jardín infantil no da lo mismo, pues en estos espacios educativos se producen aprendizajes indispensables para el desarrollo infantil.

Tenemos un gran desafío por delante y es fundamental que lo asumamos con una mirada colaborativa, integradora y que articulemos recursos y voluntades en torno a e este objetivo. Porque garantizar el acceso a una educación de calidad desde la primera infancia es una responsabilidad de todos y todas.

Columna coescrita por Claudia Lagos, subsecretaria de Educación Parvularia; Daniela Triviño, vicepresidenta nacional de Junji; y Nataly Rojas, directora ejecutiva de Fundación Integra.

Adaptación de niños y niñas a la sala cuna y jardín infantil

Los conflictos y contratiempos que surgen durante el primer día de jardín, requieren el apoyo, presencia y participación de los adultos, para que niños y niñas puedan superar los miedos que produce la separación de las familias y la distancia del hogar.

Durante la transición de la casa al jardín observamos que hay niños y niñas que tienen una mayor madurez cognitiva y emocional, que les permite estar mejor preparados para separarse de los adultos que los cuidan. Sin embargo, otros/as requerirán más apoyo y contención de parte de las familias y equipos educativos para adaptarse a este nuevo espacio de socialización.

Para una transición exitosa los niños y niñas requieren haber desarrollado relaciones afectivas sólidas con los adultos que los cuidan, con el objeto de propiciar la internalización de actividades y sentimientos positivos frente al cambio que significa pasar del hogar familiar al establecimiento educativo.

Al reflexionar sobre lo que niños y niñas viven al ingresar al nivel parvulario y relacionar la función educativa del estado con la que cumple la familia, podemos decir que se trata de una instancia vital en su desarrollo que anuncia un cambio de rol y de entorno, pues deberán adaptarse a un nuevo contexto cultural, social, ambiental, de seguridad, entre otros.

Esta dinámica que se produce en la primera infancia, es una de las tantas transiciones que deberán vivir los seres humanos durante la vida. En esta etapa, la transición se puede entender como un estado intermedio que lleva a los niños y niñas desde la comodidad y protección del núcleo familiar a conocer y explorar una esfera diferente, donde tendrán la posibilidad de interactuar con pares y adultos desconocidos.

Para una transición exitosa los niños y niñas requieren haber desarrollado relaciones afectivas sólidas con los adultos que los cuidan, con el objeto de propiciar la internalización de actividades y sentimientos positivos frente al cambio que significa pasar del hogar familiar al establecimiento educativo. También, es importante no subestimarlos, ni pensar que porque son pequeños no entenderán lo que les queremos decir, transmitirles seguridad con palabras simples y explicarles que a veces debemos separarnos, que a pesar de la distancia seguiremos juntos, ayudará a crear un vínculo.

“Es conveniente destacar los cambios positivos que vivirán los niños y niñas en esta etapa, aprender a través del juego, explorar, construir nuevos significados y perspectivas de su paso por el mundo, construyendo su ciudadanía paso a paso”.

Por lo anterior, como Fundación Integra, trabajamos por comunicar a las familias y equipos educativos la importancia del buentrato y la crianza respetuosa, y de esta manera apoyar el proceso que deberán vivir niños y niñas durante las primeras semanas del ingreso a la sala cuna y/o jardín infantil. Durante su paso por la educación parvularia, los niños y niñas pueden estar más sensibles, agresivos o silentes, en estos momentos, es clave que los adultos responsables de su cuidado tengamos paciencia con la adaptación que están viviendo y brindemos la seguridad emocional que requieren para sentirse cómodos.

Para apoyarlos, se recomienda realizar un proceso paulatino de separación durante los primeros días de ingreso, con el fin de facilitar la adaptación a los desafíos del nuevo entorno.

En este sentido, es conveniente destacar los cambios positivos que vivirán los niños y niñas en esta etapa, aprender a través del juego, explorar, construir nuevos significados y perspectivas de su paso por el mundo, construyendo su ciudadanía paso a paso.

Nataly Rojas Seguel
Directora Ejecutiva Fundación Integra

Movimiento y juego al aire libre en la infancia

En los primeros años de vida, los niños y niñas desarrollan sistemas básicos de movilidad, como gatear o reptar, luego con el apoyo de las y los adultos que están a su lado se ponen de pie y siguen avanzando, y conforme a su desarrollo y condiciones van adquiriendo nuevas habilidades. Por esto, durante la temporada estival, y aprovechando los beneficios del clima y siempre protegiendo a los niños y niñas del sol, es importante que las familias privilegien que niños y niñas desarrollen actividades al aire libre para aportar a su evolución psicomotriz.

En la actualidad, existe consenso entre educadores y expertos en salud en que el movimiento es fundamental para el bienestar físico en etapas tempranas de la vida. De esta manera, podemos observar que las niñas y niños que son más activos muestran, también, mayor capacidad de atención, manifiestan un procesamiento cognitivo más rápido y tienen un mayor rendimiento, que quienes tienen menos actividad. Es más, está comprobado que experimentar diversos movimientos permite que los niños y niñas adquieran nuevas conexiones neuronales, nociones de percepción y posición.

El juego, el movimiento y el aprendizaje que viven los niños y niñas durante las vacaciones son parte de la conquista de su autonomía y reconocimiento de sí mismos/as como sujetos de derecho, por lo que es nuestro deber como educadores y adultos responsables promover estas acciones.

En este contexto, destaco el programa Vacaciones en Mi Jardín de Fundación Integra, desarrollado durante los meses de enero y febrero en 64 comunas a lo largo de todo Chile, donde los equipos educativos realizan talleres, organizan paseos y actividades recreativas para que los niños y niñas disfruten y sigan aprendiendo durante sus vacaciones.

Se trata de una modalidad educativa que propicia el desarrollo habilidades sociales, vínculos entre pares y fomenta la creatividad e imaginación en la infancia. Durante la jornada en el jardín infantil, los equipos de trabajo entregan libertad a niños y niñas para estar y situarse en el espacio que más les acomode, organizando los procesos de juego y aprendizaje en torno a una convivencia bientratante.

El programa Vacaciones en Mi Jardín, privilegia que los niños y niñas realicen actividades en diferentes áreas: motora, intelectual y socioemocional, permitiendo la interacción y socialización con personas y objetos del entorno. Este énfasis es fundamental, porque cuando la niñez tiene la oportunidad de jugar, crea, descubre y pone en práctica nuevas formas de organizar su corporalidad, adquiere coordinación, avanza en sus habilidades motrices finas y gruesas, además, de practicar el manejo de sus extremidades.

Cabe destacar, que las actividades desarrolladas durante el verano en el jardín infantil, pueden ser replicadas en el hogar, ya que no necesitan materiales educativos muy complejos para llevarse a cabo. Por ejemplo, los padres o madres pueden invitar a niños y niñas a verbalizar las sensaciones que tienen al tocar hojas, tierra, plantas, piedras y otros objetos del medio natural. Con este simple ejercicio, que pueden realizarse en una plaza, la playa o el patio de la casa, promovemos el conocimiento del medioambiente, junto con potenciar su curiosidad y capacidad de asombro.

También, podemos invitar a los niños y niñas a realizar juegos de simulación, como bañar sus juguetes, porque comprenderán la importancia de la higiene y mantener limpio nuestro cuerpo para tener una sensación de bienestar y evitar enfermedades.

En definitiva, el juego, el movimiento y el aprendizaje que viven los niños y niñas durante las vacaciones son parte de la conquista de su autonomía y reconocimiento de sí mismos/as como sujetos de derecho, por lo que es nuestro deber como educadores y adultos responsables promover estas acciones.

Nataly Rojas Seguel
Directora Ejecutiva Fundación Integra

Navidad, oportunidad para promover la equidad de género en las infancias

Quienes trabajamos en educación inicial, sabemos que el juego es el lenguaje natural de niños y niñas, y a través de él aprenden a relacionarse, desarrollan habilidades y comparten significados.

Por eso, en esta Navidad, la invitación es a preguntarnos qué queremos para las infancias en Chile, evitando seguir con la tradición o la acción casi instintiva de regalar muñecas a las niñas y juegos de ciencias a los niños .

Con los regalos de Navidad, sin querer, muchos adultos reproducimos los estereotipos de género que existen en la sociedad y contribuimos a fomentar roles sociales que representan la desigualdad histórica entre hombres y mujeres.

Hace unas semanas, en España, el Ministerio de Consumo -organismo que vela por la protección y defensa de los derechos de los consumidores, entre otros aspectos- y los principales fabricantes de juguetes del país ibérico firmaron un código de autorregulación que busca dejar atrás los estereotipos de género que diferencian juguetes para niños y otros para niñas, también se busca impedir su sexualización y la promoción del lenguaje inclusivo.

La regulación española promueve, además, que los anuncios publicitarios sean más igualitarios, veraces y constructivos en relación a los roles femeninos y masculinos.

No se trata de decir a los padres y madres qué es lo que deben regalar a sus hijos/as , pero sí recordarles que, al principio de nuestras vidas, el primer agente socializador es la familia. En este grupo nuclear los niños/as desarrollan sus valores y afianzan sus apegos, pero también pueden terminar aprendiendo, de manera inconsciente, comportamientos estereotipados relacionados con juguetes, juegos, colores o roles, viendo limitado su desarrollo, aprendizajes y futuro.

Se trata de una iniciativa que debemos observar atentamente, para analizar los beneficios que su aplicación puede traer para el desarrollo igualitario de niños y niñas, y no seguir fomentando la analogía del hombre productor, asociado al trabajo fuera de casa; y la mujer en su rol reproductor, asociado a las tareas domésticas y de cuidado.

Por lo anterior, es importante que hagamos un llamado a mirar esta celebración como una oportunidad para darnos cuenta que el determinismo de los juguetes y colores en relación con el género, muchas veces, limita las aspiraciones y sueños en la niñez, definiendo sus anhelos futuros, por ejemplo, a ser futbolistas o ingenieros en el caso de los niños o bailarinas y enfermeras en el caso de las niñas, lo que termina reproduciendo las prácticas de exclusión social según sesgos de género.

No se trata de decir a los padres y madres qué es lo que deben regalar a sus hijos/as , pero sí recordarles que, al principio de nuestras vidas, el primer agente socializador es la familia. En este grupo nuclear los niños/as desarrollan sus valores y afianzan sus apegos, pero también pueden terminar aprendiendo, de manera inconsciente, comportamientos estereotipados relacionados con juguetes, juegos, colores o roles, viendo limitado su desarrollo, aprendizajes y futuro.

Desde los jardines infantiles y salas cuna de Fundación Integra, niños y niñas están llamados a aprender en interacciones colaborativas, considerando la perspectiva de género y la corresponsabilidad en los roles sociales, familiares y laborales, avanzando en la distribución equitativa de tareas y responsabilidades entre hombres y mujeres.

De esta manera, buscamos aportar efectivamente a construir una sociedad más equitativa y justa desde la primera infancia.

Directora Ejecutiva de Fundación Integra

Nataly Rojas Seguel

“No hay una sola forma de ser mamá”

En la sociedad actual existen ideas arraigadas -cultural e históricamente- respecto de lo que es la maternidad y de cómo se constituye, generando la percepción de que toda madre deberá vivir esta experiencia de la misma manera. Así, se han construido saberes sobre la maternidad, desde distintos ámbitos, como, por ejemplo, desde la dimensión médica, la que nos predispone a suponer que las madres poseen un conocimiento instintivo, luego del parto y producto de su biología, que les permitirá identificar y abarcar todas las necesidades de su bebé. Por otra parte, emergen creencias asociadas a diferentes credos, en que se les atribuye a las figuras femeninas, luego del nacimiento de sus hijos/as, un poder omnipotente, una energía inagotable y una bondad infinita que las embisten y acompañan desde ese momento y en la crianza.

También se observan otras creencias y consideraciones sociales sobre la maternidad que suponen que ser madre implica, explícitamente o no, el surgimiento de un amor incondicional, una felicidad expansiva y un estado de bienestar total inherente a ese nacimiento. Asimismo, parece ser que la maternidad viene a entregar automáticamente un lugar en la sociedad distinto a esa mujer, donde se creyera que algo se ha completado en ella por el hecho de haber concebido y parido. Todo ello, da cuenta que la maternidad es entendida como aquel “logro” que le daría sentido de vida, significado o finalidad a la existencia de las mujeres.

Lo anterior, contribuye a la deshumanización de la maternidad al instalarla desde un ideal de completitud, de deber ser, de placer y saber absolutista, donde se niegan otros tantos sentires que se pudieran vivenciar, asociados al nacimiento y la crianza, tales como: el cansancio por la demanda del cuidado de un hijo/a recién nacido, la incertidumbre sobre el futuro, la confusión que implica el momento de conocer a ese bebé e ir aprendiendo cómo identificar sus señales, para luego satisfacer sus necesidades. De este modo, es posible afirmar que en la sociedad no se permitiría dar espacio para que las madres se alejen de lo que se ha definido como ideal de maternar o sientan su maternidad de una manera diferente. Y cuando esto sucede o cuando las madres se permiten compartir sus temores y ansiedades en torno a su crianza, ello puede ser altamente sancionado por quienes comparten una aproximación tradicional de la maternidad.

“En este día, donde se celebra a las mujeres que son madres, celebremos con ellas reconociendo sus singularidades, definiciones, sentires y decisiones de cómo ser madre y de cómo acompañar el desarrollo de niñas/os. Permitamos espacios para reconocer y validar el ejercicio de las maternidades diversas, demos cabida a la comprensión de la diferencia en cada maternaje y acompañémosles amorosa y respetuosamente desde esa diferencia”.

Esta reproducción de ideal de madre también obnubila el cómo este proceso se da para cada mujer, desatendiendo al contexto en el que se encuentre. Parece existir una tendencia a homologar la experiencia y los recursos personales en todas las mujeres. No obstante, emergen variables situacionales, como lo son la realidad social, económica, cultural, geográfica, étnica, biográfica, entre otras, que podrían incidir, tanto en la forma en que se vive la maternidad, como en los estilos de crianza y cuidado. La creencia de que existe un tipo de maternidad ideal, omnipotente, placentera e incondicional, obvia una mirada situada que releve la particularidad y la experiencia de cada cual.

En este día, donde se celebra a las mujeres que son madres, celebremos con ellas reconociendo sus singularidades, definiciones, sentires y decisiones de cómo ser madre y de cómo acompañar el desarrollo de niñas/os. Permitamos espacios para reconocer y validar el ejercicio de las maternidades diversas, demos cabida a la comprensión de la diferencia en cada maternaje y acompañémosles amorosa y respetuosamente desde esa diferencia.

 

Columna elaborada por Rodrigo Cordero G., psicólogo, profesional supervisor del Departamento de Promoción y Fonoinfancia, y Alicia Varela H., psicóloga, Jefa del Departamento de Promoción y Fonoinfancia de la Dirección Nacional de Promoción y Protección de la Infancia de Fundación Integra. www.fonoinfancia.cl